El fallecimiento del empresario Fernando Fernández Tapias el pasado 20 de julio de 2023 ha desatado una serie de conflictos por la herencia del naviero, que está valorada en unos 3.000 millones de euros.
Los principales protagonistas de estos conflictos son de una parte su viuda, Nuria González, y de otra los cinco hijos mayores de Fernández Tapias, fruto de sus matrimonios con Victoria Riva de Luna, apodada como Chiqui y con Juana García-Courel. La muerte de uno de los empresarios más ricos de nuestro país desencadena el conflicto sobre la enorme herencia que deja y cómo será repartida entre los siete hijos que le han sobrevivido.
Fernando Fernández Tapias era vicepresidente del Real Madrid; ostentaba el cargo de presidente de la Cámara de Comercio y de varias sociedades relacionadas con el sector naval como Fernández Tapias Desarrollos Empresariales SL y Fernández Tapias Grupo de Sociedades e Inversiones.
La viuda reclama la mitad de la herencia
Nuria González, que se casó con Fernando Fernández Tapias en 2002, tras cuatro años de relación, en una ceremonia discreta e íntima en una finca privada ubicada en Jerez de la Frontera (Cádiz), propiedad del ganadero y rejoneador Fermín Bohórquez y su esposa, Mercedes Domecq, el empresario tomó a la modelo como su tercera mujer y última. Tuvieron dos hijos: Iván y Alma. Durante los veinte años de matrimonio entre González y Fernández Tapias, se han mantenido en un perfil bajo. La modelo y el empresario se apoyaron en todas las situaciones adversas que atravesaron.
Según informa la revista Semana, los conflictos por la herencia de Fernando Fernández Tapias apenas están aún en sus primeras etapas. Es probable que los litigios se prolonguen durante varios años, ya que ambas partes están decididas a defender lo que consideran sus intereses legítimos y porque hay muchos miles de millones de euros en juego.
Los hijos mayores reclaman la totalidad de la herencia
Los hijos mayores de Fernando Fernández Tapias alegan que su padre no le había prometido nada a su segunda esposa y que, por lo tanto, la herencia les pertenece en su totalidad. El conflicto se inició cuando los hijos mayores llevaron a su padre ante el juez para pedir su incapacitación parcial en 2019, algo que no consiguieron pero que los alejó de su progenitor, que se sintió traicionado por ellos. Al parecer, tras este incidente, Tapias dejó por escrito que no quería a estos hijos en su funeral y dejó bien atado el testamento. Además, los hijos mayores han acusado a Nuria González de haber manipulado a su padre en los últimos años de su vida.
A raíz de los conflictos por la herencia el juez decreta la curatela
A raíz de estos conflictos, los hijos mayores ponen en duda la capacidad mental del empresario y que éste actuara libremente para tomar sus propias decisiones por lo que el juez decreta la curatela de Fernando Fernández Tapia, lo que significa que tendrá que contar con la supervisión de un curador (del latín curator) para tomar algunas decisiones sobre la gestión de sus bienes y derechos. Los curadores designados por el juez son la viuda Nuria González y una persona que fue asesor de Fernando Fernández Tapias y de sus herederos.
Muchos de los conflictos derivados de una herencia en una empresa familiar como la de los Fernández Tapia, se podrían resolver con la intervención de un despacho de abogados especialistas en derecho sucesorio.
La curatela se aplica en los casos en que una persona es capaz de realizar algunos actos por sí misma, pero necesita ayuda para realizar otros como las disposiciones sobre su salud o su economía. En el caso de Fernández Tapia, el juez ha considerado que necesita ayuda para gestionar su patrimonio.
Limitaciones de la curatela
La curatela tiene una serie de limitaciones. El curador, a diferencia del tutor, no sustituye la personalidad jurídica de la persona pero puede realizar algunos actos en representación o para tener cuidado de los bienes o de la salud de la persona sometida a curatela. La diferencia con la incapacitación consiste en que incapacitación es una medida más grave que supone que la persona queda privada de su capacidad jurídica, por lo que necesita la asistencia de un tutor para realizar cualquier acto.
En el caso de Fernando Fernández Tapias, no se ha aceptado la incapacitación que pretendían sus hijos mayores, por lo que sigue siendo capaz de realizar casi todos los actos por sí mismo, con la ayuda de un curador.